Cuando las palabras se convierten en muros
infranqueables que nos separan, cuando no encontramos la frase justa que exprese lo que sentimos debemos dejar que el corazón tome las riendas y nos guíe, a ciegas, hacia dónde está la luz. Este corazón enamorado conoce el camino que nos aleja de la oscuridad y nos lleva a ese claro en el bosque dónde él o ella nos espera, para volver a abrazarnos. Con una sonrisa en los labios dejemos volar un globo imaginario que tenga el nombre de la persona amada más el nuestro. Veremos como el viento se lo lleva lejos, allí donde nada ni nadie puede alcanzarlo. Supera las copas de los árboles, danza con las aves y las nubes, viaja libre hacia nuevos mundos, y lleva por compañero de aventuras al amor que ahora también vuela, libre, sin ataduras, hacia un nuevo horizonte. Con estas reflexiones que siento te deseo un feliz día Martes con la sinfonía del amor en un admirable concierto.
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